Es ella.
La veo cuando sonreias. Cuando nos quedabamos horas hablando en una conversación sin lógica, sin sentido alguno, sin un orden de idea.Caos. Y es que entre el caos la melodía de tu voz fabricada por mi mente resonaba en mi craneo, dulce, alegre, la frecuencia perfecta para sacarme un suspiro imaginario.
Y es que adoro el juego previo. Las horas en las que ambos sabemos que nos deseamos, pero aún así, lo ocultamos. Volvemos a ser niños de nuevo jugando a las escondidas, la emoción de la busqueda, la alegría del hallazgo, la adrenalina de los apresurados pasos para encontrarte y las carcajadas al encontrarte. Si te insulté, bien sabes que fue un halago. Si me molesté, bien sabes que era ternura. Si te dejé, bien sabes que era por que no aguantaba las ganas de estrecharme contra tu cuerpo y oler los deliciosos quimicos de tu cabello.
Es ella. Eres ella. A veces tienes 22, otras veces tienes mi edad. Una vez tuviste 14 y la última un poco más. Eres ella. Eres tú. La que siempre busco pero su rostro cambia. Su voz, su tez, su locura se mantiene, su risa permanece, su capacidad de viajar a traves de las incoherencias de mi mente es perenne. Tu. La única que quiero, la que siempre he deseado. La que solamente amo. Tú. Porque se que te quiero y veo tus ojos y me correspondes. Me abrazas. Y en aquel abrazo se me escapa la vida, no me importa nada, siento que pertenezco, es el centro de mi universo. Te dejo una sonrisa estúpida, te dejo el aborto de un beso, te dejo las caricias de mis mejillas en tus cabellos, te dejos mis manos acariciando tu brazo, dejo tambien una parte de mí en aquél pedazo de tiempo. Y solo en aquél momento existo.
Pero es tu característica nómada que tanto adoro mi gran lamento. Y es que dejas el cuerpo de aquella en el mejor momento. Decides volar de ella y te llevas la magia, te llevas los sueños, te llevas las caricias, las fantasías, los besos que no dejaste nacer y la sensación en las manos de unos muslos invisibles, la textura en mi lengua de unos pezones que no existen, la calidez de tu cuerpo y la frialdad del que existe.
Duras un momento y te vas. ¿Como esperas que te espere, si eres tu la que se va? ¿Como esperas que te siga, si una pista no te dignas en dejar? ¿Como dejar de quererte? ¿Como demonios puedo saber, el momento en que te largas y dejas a mi lado a un maniquí sin palabras?
Algún día, lo sé. Decidirás quedarte en algún cuerpo de mujer, decidirás elegir una sola piel, te definirás por un color de cabello, por unos ojos, por un aroma y por una sola sonrisa que te sea digna, mi señora.
Hasta entonces cual alma en pena vagaré, por la inmensidad de caras, de ojos y de voces. Algunas veces estarás más cerca. Otras ni siquiera de roce. Te seguiré buscando mi niña. Te buscaré, hasta que dejes... de jugar a las escondidas.